Expo, Dismantling, Milan 2015, abandoned, waste, ruins

Expo Dismanteling / Milan

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[ESP] Empecé a frecuentar la Expo Milán en febrero de 2015. El recinto parecía un hormiguero entre atascos de camiones y miles de obreros; nunca había visto una obra tan grande y compleja debido a la cantidad de proyectos que estaban llevándose a cabo simultáneamente. Los grandes toldos del Decumano ya estaban ahí, los pabellones empezaban a crecer, casi todos construidos en seco para acelerar el proceso de montaje; algunos países levantaban su estructura muy rápidamente y a otros parecía que solo un milagro los ayudaría a terminar a tiempo. Cada dos semanas volvía a la Expo Milán para documentar el desarrollo de algunos pabellones. Los profesionales de la obra tenían que recuperar los años perdidos a causa de las querellas políticas: desde los arquitectos hasta los obreros, que debían terminar en pocos meses lo que normalmente hubiera llevado años de construcción. Todo el recinto estaba bajo control policial por las amenazas de manifestaciones y disturbios de los conocidos black blocks, pero caminando hacia los molinetes de control había “zonas de condescendencia”: una cola de inmigrantes que todas las mañanas esperaba afuera de las vallas para ser contratados por jornada. El sistema de organización había colapsado y la economía informal era la única opción para sacar las obras adelante. En la última fase antes de la apertura, profesionales del maquillaje –empresas de instalaciones de ferias y de sets de televisión– se sumaron a las constructoras para disimular lo que estaba inconcluso y dejarlo listo para la inauguración oficial del primero de mayo de 2015. Luego vinieron veintiún millones de visitantes, y la prensa celebró este éxito con artículos triunfales sobre el renacimiento de Milán y de Italia.   Recibí varios encargos en esta época y pude documentar diferentes pabellones. El trabajo de fotógrafo de arquitectura es una labor bastante solitaria; a veces, al final del día puedes dialogar con la obra que tienes adelante. Pero este no fue el caso: fotografiar en la Expo significaba encontrar la mejor posición desde donde disparar y esperar, a veces mucho tiempo, para conseguir algunos segundos sin el ruido de fondo producido por el flujo continuo de personas que cubrían el plano que quería fotografiar. Esta hubiera podido ser una Expo diferente, el concept plan, planteado por [Jacques] Herzog, [Mark] Rylander, [Richard] Burdett y [Stefano] Boeri, tenía la ambición de proponer un modelo de referencia para un nuevo tipo de relación entre lo urbano y lo rural. Estaba basado en un principio de igualdad entre países eliminando la competencia entre naciones para lucir las obras más extravagantes, pero fracasó porque no supo tener en cuenta los cambios políticos (en el ayuntamiento y en la región), y las presiones de los inversores privados. Sin embargo, algo quedó. Por ejemplo, la idea de una Expo más ligera, con la invitación a los participantes por parte del Bureau International des Expositions (BIE), a contemplar la reutilización de los pabellones. La experiencia de Sevilla ’92 ya forma parte del pasado, pero la Expo sigue siendo un evento anacrónico. Lo que fue una recomendación debió haber sido un compromiso ineludible que obligara a los países a planificar el desmontaje y la recolocación de los pabellones, incluyendo desde un principio en el presupuesto sus costos y beneficios que van más allá de una mera cuenta económica. Es suficiente considerar la experiencia de los módulos de madera del pabellón de Save the Children, que habían sido proyectados para poder ser remontados con un layout diferente y ahora acogerán una escuela en Líbano. Un edificio cuya calidad de materiales y eficiencia energética será superior a la media de las escuelas de este país. El reglamento del BIE preveía que luego de catorce meses de finalizada la exposición los países participantes deberían devolver la manzana tal como la recibieron, y así será, pero lamentablemente el destino de muchos pabellones aún no está definido. No son muchos los virtuosos que consiguieron encontrar una segunda ubicación; desafortunadamente, la lista de destrucciones es más larga que la de aquellos pabellones desmontados y reutilizados. Sin embargo, la Expo está adaptándose lentamente a los tiempos: resulta inaceptable el desperdicio que supone un evento de esta envergadura y se intenta estudiar una estrategia para evitarlo. La red playground que atravesaba el pabellón de Brasil viajará al sur de Italia, donde será una atracción del Foof, el Museo del Perro de Caserta, mientras que el pabellón de EE.UU. está siendo desmontado pieza por pieza y sus sinuosas fachadas se enviarán a los Emiratos Árabes, a la ciudad de baja emisión de Masdar City, también obra de Foster & Partners. El pabellón de Mónaco fue pensado para facilitar su envío a Loumbila, en Burkina Faso, donde será reutilizado por la Cruz Roja; el desmontaje llevó cuatro meses, y todo el mobiliario, la estructura de madera y las ventanas fueron empaquetados y enviados al puerto de Génova. Como en el caso de Save the Children, la recolocación de estos pabellones en un país en desarrollo ofrecerá una estructura de alta calidad al país que los reciba. El pabellón de Uruguay ya fue remontado por iniciativa privada hacia el norte de Italia y seguirá siendo un restaurante, mientras que las miles de luces de LED de Reino Unido han sido instaladas en el Kew Garden de Londres. Algunos pabellones se han evaporado. En la tierra quedan algunos vestigios de las fundaciones y barro; otros se encuentran lacerados, otros parecen haber sido bombardeados pero resisten estoicamente de pie. El poco tiempo transcurrido aún no nos permite saber si esta Expo dejará un legado como el Grand Paláis de París, que en su momento recibió críticas de artistas e intelectuales. Tal vez en el futuro la Expo se convirtiera en un evento catalizador capaz de repartir en diferentes lugares del mundo la sinergia que solo un evento de esta magnitud puede generar. La Expo Milán concluyó en octubre de 2015 y a finales de este mismo año sus puertas volvieron a abrirse a los camiones y obreros que ahora están desmontando los pabellones como un gran rompecabezas. Pude acceder al recinto en otras dos ocasiones desde el cierre al público. Después de haber visto todo el proceso de construcción y acompañado los meses de desarrollo del evento, se cierra un ciclo documentando las huellas de lo que había ahí, y con ellas las máquinas devoradoras de metal, las sierras y la labor paciente de los trabajadores que clasifican los materiales.   Donde hace unos meses luchaba para encontrar un buen punto de vista para disparar, ahora camino solo a lo largo del Decumano, un paisaje post atómico a mí alrededor. Los voluntarios rescataron muchas plantas, pero el verde que no puede sobrevivir sin riego artificial ya está muerto y, mientras tanto, el Tercer Paisaje (G. Clement, 2004) ganó algo de espacio entre los esqueletos de las estructuras y los jardines abandonados. También así la Expo tiene su propio encanto. La serie fotográfica presentada en estas páginas quiere plantear algunas preguntas no solo sobre la arquitectura sino también sobre nuestra sociedad y el sentido de estos eventos. [Filippo Poli]
[ITA] Sono tornato in Expo durante la fase di smantellamento dei padiglioni, dopo aver visto il processo di costruzione e i mesi dell’evento si chiude un ciclo documentando le tracce di quel che c’era, le macchine divoratrici di metallo, le seghe e il paziente lavorio degli operai che smistano i materiali. Qualche mese fa dovevo lottare per trovare un punto da cui fotografare i padiglioni, ora cammino solo lungo il Decumano, mi circonda un paesaggio post atomico. I volontari hanno salvato molte piante, ma il verde che non può sopravvivere senza l’irrigazione artificiale già è morto e intanto il Terzo Paesaggio ha già conquistato alcune aree del sito fra gli scheletri delle strutture e i giardini abbandonati. Le nazioni partecipanti si erano dovute impegnare a lasciare il lotto così come lo avevano ricevuto, e così sarà, ma purtroppo molti padiglioni non sono smontati ma distrutti. Alcuni padiglioni si sono volatilizzati, a terra qualche segno delle fondazioni e fango; altri giacciono lacerati, altri ancora sembrano essere stati bombardati, ma resistono stoicamente in piedi. Anche ora Expo è uno spazio affascinante dietro una fotocamera. [Filippo Poli]
[ENG] I went back to Milan Expo during the dismantling, some months ago I had literally to fight to find a good position to shoot the pavilions, now I walk alone in the empty Decumano. The site seems to be a post atomic landscape; the metal devouring machines and the giant saws suddenly interrupt the unnatural silence and remind me the reason of my visit: document the last phase of the Expo process. Countries are committed to leave the plot as they received it, but unfortunately many buildings are being destroyed and not dismantled as the organization promised. Some pavilions have evaporated, on the ground some sign of the foundations and mud; others lie ripped, someone else seems to have been bombed, but it stoically stands. Volunteers rescued many plants but the green that cannot survive without artificial irrigation is already dead and in the meantime the Third landscape has quickly took some areas of the site between the skeletons of structures and the abandoned gardens. It is too early to give a final opinion on this experience, it is not clear if it would be cleaver to leave the pavilions (as in the negative experience of Seville ’92) or to be back to zero point with lands ready to receive new speculations. The next bet is the birth of the Italian Human Technopole, by today the most probably destination of the site. (Filippo Poli)
Publications:
2016-06 db Deutsche Bauzeitung #150
2016-05 MD #62
2016-07 AA #413
2016-07 Platform AD #09
2016-09 Plot #32

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